Todas las de la Ley ★ · La serie de abogados en las que ni siquiera sale un juez

Todas las de la Ley (All’s Fair): el nuevo desastre de Ryan Murphy con Kim Kardashian, Naomi Watts y Sarah Paulson

El nuevo drama legal de Ryan Murphy, Todas las de la Ley, es tan malo que sólo con ver un póster en el que el nombre de Kim Kardashian aparece por encima de Naomi Watts, Sarah Paulson y Glen Close ya tendríamos que arrancarnos los ojos. 

Todas las de la Ley es tan mala que parece un Challenge de interpretación de Ru Paul’s Drag Race. Es tan rematadamente una orgía gay por parte de Ryan Murphy que primero sorprende que no la haya estrenado en pornhub y luego que todas las interpretaciones —menos Sarah PAulson— son un absoluto disparate, cada dialogo expone el argumento de la manera más torpe y cada clip parece prefabricado para ser un video de Tik Tok. Incluídos los planos a cámara lenta de estas mujeres saliendo de sus Ferrari con música de “She’s a bitch, she’s a boss” que parecen sacados de Selling Sunset.

All’s fair son todos los clichés de abogadas mamarrachas pijas que podríais imaginar, son tan tan tan cartón piedra que en realidad son gays con pelucas, tacones de Manolo Blahnik, maquillajes para la pasarela y cada escena supera a la anterior.

El glamour, la moda avant-garde, los decorados lujosos, la estética over the top de Murphy han sido la prioridad de la serie. Lo que es el argumento, los diálogos y la trama ha sido algo que han hecho en el tiempo que les sobraba. Así que tenemos una especie de Vogue y Vanity Fair en movimiento mientras escuchas conversaciones de una porno de los 70. Los nombres son de un surrealismo tan absoluto que parecen que las ha copiado de las cremas del spa, tipo Allura, Carrington…

La serie tiene todos los clichés de “Girlboss” de mujer empoderada falsa. Una mujer con la que Murphy está obsesionado con su maximalismo: las más ricas de las ricas, las cinturas más ceñidas, los cuerpos más depilados, estirados, rellenados y planchados.

¿Cuánto pueden soportar los cuerpos de estas mujeres? ¿Cuántas células madre pueden inyectarse en la vagina para sentirse jóvenes otra vez?

Todas las frases de feminismo son las que tiene tu prima Rosi, la que se compra las agendas en el Ale-hop, lleva cuadernos que dicen “si la vida te da limones haz limonada” y es una jefaza porque tiene una copa de vino que lo dice. Lo dice además en dorado y con brillantina. La prima que te dice “cocino con vino, a veces se lo hecho a la comida”

Es que este All’s Fair es el nuevo sueño mojado de Ryan Murphy, que ya hizo algo similar con The Politician (la serie aquella con Gwyneth Palthrow”) solo que aquí se ha desatado por completo.

La idea son dos abogadas en una firma donde los hombres manejan todo, hartas y con el benepláctio de la única mujer con poder en esa firma (Glen Close tratando de aportar prestigio) convencen a la investigadora a irse con ellas y prometen solo aceptar casos de mujeres poderosas y ricas en sus divorcios de hombres que por supuesto son malos.

Al irse levantan las iras del mejor personaje de la serie Carr —que ha seguido de cerca el ascenso a la fama de sus excompañeras— les envía a las mujeres de Grant, Ronson, Greene & Associates un ramo comestible con heces y una nota que empieza diciendo “Queridas zorras traidoras”

Este personaje está interpretado por Sarah Paulson que es la única que mastica el decorado. Es decir está increíblemente sobreactuada hasta el punto que parece que va a terminar cada escena con una carcajada.

Paulson está tan bien en All’s Fair que lo único que consigue es dejar aún más claro lo fuera de lugar que está prácticamente todo el resto del reparto. Nash-Betts resulta divertida, pero ni de lejos tan excéntrica de ver. Watts interpreta todo con total seriedad, mientras que Kardashian apenas deja huella.

Por eso resulta tan frustrante que solo aparezca unos pocos minutos en cada episodio, y que Carr ni siquiera sea la gran villana de la serie (esa función la cumplen los hombres… en concepto).

La enemistad entre Carr y el equipo de Allura estalla cuando el marido futbolista de Allura, le dice que quiere divorciarse y ella descubre que Carr lo representa.

La estructura de la serie tiene sus ventajas obvias. All’s Fair gira en torno al divorcio de Allura (aunque cuesta implicarse, dado lo poco que aporta Kardashian a su personaje), pero cada episodio se centra en una o varias de sus clientas. Como Doctor Odyssey, parte del atractivo está en las estrellas invitadas: Tenemos a Elizabeth Berkley (la de Salvados por la campana y la joya de Showgirls), tenemos a  Jessica Simpson rescatada de vete a saber dónde ha estado encerrada. Son subtramas que apenas aguantan más de 20 minutos, porque todas se reducen al mismo eslogan: “los hombres ricos son malos”.
No hay ninguna sutileza en el modo en que All’s Fair aborda los problemas de los ricos y son un festival de bostezos. Y eso es mucho decir cuando acusan a un marido de sacar a la luz meterse por el culo butt plugs del tamaño de un cono de tráfico. Esto suena más divertido aquí que en la serie. 

De momento sólo quiero seguir con ella para descubrir cómo de mala puede llegar a ser. En el guión hay hasta islamofobia con Dina de fan de Golda Meir, (la primera ministra israelí que decía que los palestinos no existían). Pero, en sus mejores momentos, All’s Fair recuerda los delirios gloriosos del Murphy de Nip/Tuck, 9-1-1 y Doctor Odyssey, y luego los supera, como un Ícaro televisivo volando hacia el sol y rumbo a una caída tan inevitable como espectacular. Yo de momento no puedo apartar los ojos de este accidente de tráfico, sabes que no deberías verlo pero no puedes apartar la mirada. Si sigue así de grandioso necesitaré hacer recaps. 

Ryan Murphy vuelve con exceso (y sin freno)

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