La premisa de la serie es realmente interesante, tenemos al Conde Alexander Rostov que tenía que haber sido asesinado en la revolución bolchevique pero que es salvado de la muerte por ser acreditado a un poema radical. Entonces los moderados le quieren vivo y los radicales le quieren controlado y ahí viene la idea de despojarle de todos los títulos y mantenerle en arresto domiciliario en el hotel.
Ese tiempo ilimitado hace que conozcamos sus relaciones con los invitados del hotel, con los trabajadores y con los huéspedes más frecuentes mientras asistimos al desarrollo de la revolución bolchevique y los cambios políticos y sociales en Rusia.
Si algo caracteriza a la producción es el buen gusto con el que está llevada a cabo, con un pulso firme y tranquilo que recuerda a los dramas de domingo de la BBC. Se nota que detrás está el creador de todas las criaturas grandes y pequeñas que sabe cómo narrar algunas tragedias pero que el visionado sea siempre una experiencia agradable y con encanto.
Un encanto que va acorde con la fotografía y con la banda sonora, pero que encuentra la pieza clave en Ewan McGregor que está maravillosamente encantador. Es intoxicante en su alegría y conmovedor en su tristeza, es absolumante creíble desde la primera escena con ese bigote imposible y tiene una gestualidad y una pose que creas por completo que es ese caballero al que alude al título.
Toda la serie tiene ese aire de fábula y de cuento y McGregor borda todas y cada una de las escenas con todos los cambios tonales que tiene. Mary Elizabeth Winstead también juega un papel importante en la producción como una estrella de cine que acude al hotel y que además tiene el añadido de ser la mujer de McGregor en la vida real.
En resumen, “Un caballero en Moscú” es un drama amable, apacible y que se y se disfruta gusto y con gusto. La mejor metáfora que encuentro es el decir que parece que estamos viendo una bola de cristal de esas que si las agitas mueves la nieve, esta encima con uno de los grandes actores de nuestro tiempo en plena forma.
Un caballero en Moscú tiene 8 episodios de los que he visto 3 a la hora de hacer esta reseña.