Crítica Spider-Man: Cruzando el Multiverso (Spider-Man: Across the Spider-Verse) [Joaquin Dos Santos, Kemp Powers, Justin Thompson 2023]
Es imposible no arrancar hablando del hito de animación visual que supone “Spider-man: Cruzando el multiverso”, jamás hemos sido testigos de tantas y tan variadas técnicas de animación y expresiones artísticas ya no solo en una película sino en una misma escena. No hay paralelismo posible desde los mismísimos títulos de crédito, a los collages escolares, evocaciones a los cómics de la India, garabatos mocromáticos que recuerdan a Stanley Donwood. Es una clase magistral sobre arte que continúa una y otra vez además al servicio de la historia y los universos presentados. La composición, la textura para convertir el estado de ánimo y el tono, es de una genialidad que nunca antes hemos sido testigos.
Quiero detenerme en ese universo 65 de Gwen Stacey con los fondos de acuarela que se van disolviendo y mezclando según sus emociones, es una cinemática apabullante, esta película es tanto de Gwen como de Milles Morales y antes de que siquiera salgan los títulos de la película ya estamos ante algunas de las escenas más brillantes no solo del cine de animación reciente, sino de la historia del género.
Pero hablar solo del virtuosismo técnico es no hacer justicia a un argumento que cumple ese máximo de las secuelas de llevar la historia a algo más grande, más arriesgado y más oscuro. Si en la anterior teníamos a muchos Spiderman volcados en el universo de Milles, ahora tenemos a los protagonistas viajando entre ellos persiguiendo a un villano hecho a base de agujeros que es una caricatura de sí mismo interpretado vocalmente por Jason Schwatzman que eleva esa comicidad y patetismo al máximo.
A nivel narrativo la cinta es super limpia, con complejos arcos de personajes pero con un sentido que siempre se mueve hacia adelante mientras conocemos un granulado de personajes nuevos en esa sociedad de Spider-man en el Nueva York de Miguel como la motorista embarazada de Issa Rae. Y sobre todo Spiderman Punk de Daniel Kaluuya del que necesitamos ya un spin-off. La narrativa con sus giros, dobleces, con todo lo que te lanzan de manera casi apabullante es casi un milagro en su claridad.
Lo es porque no se olvida nunca de lo importante de la cinta que son las relaciones entre personajes, por un lado la historia de amor de Milles y Gwen (fantástico el guiño a cómo ese personaje nunca le ha ido bien en las distintas reencarnaciones) y sobre todo la relación con los progenitores. De ambos, el darse a conocer como lo que uno realmente es y el miedo a la aceptación que es un miedo muy común en la adolescencia se tengan o no super poderes.
Pero es que con toda la complejidad, encima el guión es muy divertido, todo el segmento del buitre pintado como un boceto de Leonardo Da Vinci es maravilloso y las referencias constantes tanto a la propia saga con cameos autoconscientes y a grandes obras como The Wire. Es una película que cada minuto se supera en creatividad, que no te suelta desde que empieza.
Por eso es una pieza majestuosa, el trabajo, cuidado, ingenio, talento, referencias de cada minuto es algo inabarcable y que requiere muchos visionados para poder asimilar. Desde el punto de vista creativo, argumental y artístico es absolutamente incontestable. Pero es que encima está vivo, el arte no está hecho para ser contemplado sino para ser vivido y para ser sentido, para cuestionar su propia mitología, sus propios intereses. Me cuesta mucho pensar cómo se podría mejorar esta cinta y sobre todo qué película puede pasar a una cinta con tantas ambiciones y expectativas y que las pasa tan de largo.
Lo Mejor: Es una barbaridad de obra
Lo peor: Puede llegar a abrumar los sentidos