Plan 75 [Chie Hayakawa, 2022] — ★★★1/2
Japón es a día de hoy el país cuya sociedad envejece a mayor velocidad, un problema real que le sirve a Chie Hayakawa como punto de partida para crear una distopía fantástica en el que el gobierno ofrece un plan de ayuda social y económica en el que las personas mayores de 75 pueden acabar con su vida. Una película con una premisa interesante, una premisa cargada de sentimiento y de preguntas pero que termina resultando más fría de lo que debería y con demasiadas escenas que no terminar de apuntar al conjunto.
Plan 75 debería arrastrarte y conmoverte y sin embargo, pese a todos los aciertos de la película nunca termina de conseguirlo.
Arrancamos en medio de un tiroteo de esos que hoy en día copan las noticias en los Estados Unidos, pero en este caso es en una residencia de ancianos y la voz en off del asesino antes de la masacre nos informa de que Japón siempre ha sido un país cuyos ciudadanos no han dudado en sacrificarse por el bien mayor de la nación. La escena, pese a la dureza sucede fuera de campo y es un comienzo arrebatador.
Tras el arranque conocemos la historia de Michi, una mujer anciana que acaba de ser despedida de su trabajo en el hotel debido a su edad. Ella no tiene familia pero quiere seguir trabajando. Su edad no se lo pone sencillo. Por eso decide apuntarse al Plan 75, donde visitan las instalaciones como un hotel de lujo y dos veces a la semana recibirá una llamada telefónica de una funcionaria para charlar. Ahí se da cuenta que realmente sufre una gran soledad.
Me gusta mucho que todo en la película se siente real, el plan burocrático se observa como una mera transacción y esa frialdad escénica le sienta de maravilla.
Michi verá como su destino se ve cruzado con otras historias, por un lado Hiromu, burócrata que ve sus principios cuestionados cuando su tío se inscribe en el programa y Maria, una inmigrante filipina con una niña con problemas cardíacos, que trabaja preparado los cuerpos para la incineración.
Estas historias son tratadas con el mismo naturalismo, con la misma frialdad casi clínica también aportada por la partitura de Rémi Boubal, esa distancia con lo sucedido hace que hasta los grandes descubrimientos de la cinta acontezcan casi en silencio.
Es como si la película fuese excesivamente japonesa hasta para su propio bien. Las ideas están ahí y son brillantes, el guión está ahí y es brillante, pero el ritmo, el tono tan constantemente austero hace que nunca termine por emocionar. Lo cual pensé que podía ser algo personal pero he observado que le ha sucedido a más gente.
Aún así es una cinta muy interesante, con preguntas y momentos de verdadera belleza pero que no termina de conseguir traspasar la pantalla como debería.
Lo mejor: La actuación protagonista y los momentos de belleza
Lo peor: Se hace más larga de lo que realmente es