Civil War [2023] ★★★★ 1/2 · La Perspectiva vacía cargada de intención

Alex Garland es un director que no siempre acierta pero que siempre es estimulante en su forma de narrar historias y subvertir géneros, en la manera de contar más de lo que parece con una inteligencia que requiere la complicidad del espectador aunque siempre le da los suficientes elementos para mantenerle interesado frente a la pantalla. Civil War es su gran historia, de gran presupuesto y con una mira más abierta. Civil War también es posible que sea su mejor película.

Civil War habla precisamente de lo que dice el título, una guerra civil en un presente alternativo de los Estados Unidos donde varios movimientos no específicos han fracturado el país. Su presidente (Un Nick Offerman que siempre está excelente y al servicio del personaje) rechaza alejarse del poder en su ya tercera legislatura y ha bombardeado varias ciudades, disuelto el FBI e impregnado una suerte de dictadura por el país. O estás conmigo o estás contra mí parece gritar en cada escena.

California y Texas han unido sus estados para plantar cara y también hay una llamada “Alianza de Florida”. Las calles se llenan de humo, escuadrones suicidas, francotiradores, fosas comunes y un miedo generalizado de no saber quién es un aliado o un enemigo. Lo absurdo por completo de una guerra civil pero enfocado directamente al corazón de America, al sueño de barras y estrellas. 

Muchos dirán que la película es apolítica, nada más lejos de la realidad, la intrahistoria de la cinta es una bomba de relojería que no alude a estados o naciones sino a la idea de América desde lo más profundo. Un estado de estados. Una nación completamente fracturada en la que un maníaco puede triunfar o incitar a gente a asaltar edificios oficiales con solo poner un tweet. Un presente menos alejado de la realidad.

Para narrar esta historia Garland elige poner el foco en dos periodistas Lee y Joel, unos soberbios Kirsten Dunst y Wagner Moura que han cubierto muchos enfrentamientos, ganado premios por sus imágenes y se han distanciado mentalmente de todo lo que ocurre para captar la instantánea perfecta sin interferir en lo que sucede. No dejar que te afecte. Unas copas en el bar del hotel mientras el mundo se desmorona y mañana fotografiamos unos muertos más. La realidad del periodismo de trinchera. 

Ambos quieren hacer el viaje desde Nueva York hasta Washington para conseguir una entrevista con el presidente. Junto a ellos en el viaje se incorporan la experiencia y la juventud. La primera en un antiguo compañero de ellos Sammy (Stephen McKinley Henderson) y la segunda en una aprendiz que idolatra al personaje de Dunst, una novata interpretada por Cailee Spaeny que hemos visto recientemente en la excelente Priscilla.

Las relaciones de los cuatro es lo que da forma a la cinta, esta no es una película de edificios volando por los aires, es una cinta con el foco puesto en el desarrollo de los personajes.

Los cuatro se lanzan a una carretera cubierta de coches abandonados y peligros constantes (impresionante la escena de Jesse Plemons que se roba la película en 7 minutos con una presencia electrizante y terrorífica).

Él junto con su esposa, Kirsten Dunst elevan el conjunto con sus interpretaciones. Dunst hace cada frase de la película convincente, incluso las más expositivas y obvias. Su cara cuenta una historia aunque sus palabras digan que nada le afecta. Juntas las dos cosas y obtienes una mujer cargada de matices y complicaciones. 

Pero donde la película saca su pulso es en que Garland sabe cómo construir el suspense constantemente, la sensación de peligro y abraza esa noción de la protagonista de entumecimiento. Incluso en la cualidad episódica de la cinta (no deja de ser un viaje en el que cada episodio se encuentran con un peligro que solventar), en cada elemento Garland es capaz de aunar una provocación y crítica: los que se encierran para no ver nada, los que sacan su locura y aprovechan el enfrentamiento para sacar su sadismo… Los protagonistas son meros espectadores y esto podría parecer que carecen de dar profundidad y peso al relato, y sin embargo no lo hace porque el foco trata de mantenerse neutral y sin juzgar lo que sucede o sus agentes.

En la cinta hay fragmentos de noticias y flashes de situaciones que han sucedido en la América real, pero mantiene un punto neutro en el contexto político dejando además muy suelta la idea de identificar las posiciones de los distintos agentes y creo que es otro de los grandes aciertos de la cinta, identificar la barbarie y dar unos puntos para que el espectador sea el que trace la línea para unirlos. El estudio de Garland no es solo sobre Republicanos contra demócratas, su estudio es sobre lo sucedido en Yugoslavia, en Gaza, Líbano, Viernam o Iraq. Es un estudio sobre los seres humanos y las distintas actuaciones frente a la barbarie, por eso todo encaja cercano y terroríficamente real.

En resumen, Civil War no sólo es una película de acción, no sólo es un homenaje al periodismo de guerra y no sólo es un estudio político. Es todo eso y más entregado en una cinta que además consigue clavarte en el asiento y fascinarte por las relaciones de los personajes. Civil War es una película tremendamente buena. 

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